Japón

 

 

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EL “MILAGRO JAPONES”: LA INTERDEPENDENCIA COMPLEJA Y LA RECONVERSION DE LA POLITICA SAMURAI

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Raúl Domingo Motta

 

1989

 

 

EL “MILAGRO JAPONES”: LA INTERDEPENDENCIA COMPLEJA Y LA

RECONVERSION DE LA POLITICA SAMURAI[1]

Introducción general

El desarrollo socioeconómico del Japón contemporáneo y su agresiva política de comercio exterior ha generado en sus espectadores una fascinación propia de todo éxito. Así, quienes contemplan los sucesos mundiales en forma inconexa y descontextualizada ven el éxito nipón como un milagro o un exabrupto de la historia. Sin embargo el “milagro japonés” no existe como tal, dado que la fase actual de su desarrollo es una consecuencia de al menos cuatro procesos:

1.           Un proceso histórico de acumulación y de industrialización convergente hacia un modelo de organización y producción, fruto del ensayo y el error, que tiene como principal caudal de experiencia el conocimiento de sus potencialidades y límites de su comunidad nacional.

2.           La interacción de su ecosistema geopolítico con sus fases particulares, sobre todo desde fines del siglo XIX hasta la fecha.

3.           La propia dinámica del sistema capitalista que desde su momento imperialista hasta la actual fase de transnacionalización ha conducido al Japón a ser uno de los nódulos de la concentración y distribución del flujo de poder en la interdependencia compleja del mundo actual.

4.           La capacidad por parte de este pueblo, para la constante resolución del natural y permanente conflicto entre las fuerzas de la tradición y las fuerzas de la modernización que conviven, en forma inestable, en el seno de toda comunidad humana.

En términos generalistas puede decirse que el Japón actual es el fruto de, por un lado, una base mínima de acuerdos a nivel del poder global y, por el otro, de políticas gubernamentales con una gran experiencia en planificación y dinámicas de interacción entre la toma de decisiones, el conocimiento y el sistema financiero e industrial.[1]

Si bien sólo debemos conformarnos con la intuición de que la planetarización del sistema mundial no es el final de un proceso, sino el comienzo, podemos advertir que en este proceso del devenir mundial, cuyo mecanismo de transición es la sistemática solidificación de la conformación de subregiones que (como anillos muy dinámicos y entrelazados) producirán una complejidad civilizatoria muy difícil de diseñar apriorísticamente; el Japón tendrá un papel muy definido y determinante en la llamada Cuenca del Pacífico.

EL ROL DE JAPON EN LA INTERDEPENDENCIA COMPLEJA

La red ecosistémica (con sus múltiples dimensiones: económicas, política, cultural y social) de la Cuenca del Pacífico teje aceleradamente su identidad base fundamental para el ordenamiento de su diversidad regional. En ese entretejido de problemas y desafíos, de diferentes dimensiones, se observa, día a día, una especie de interacción lógica entre los procesos interiores de reconversión de la URSS y las tendencias, cada vez más firmes, de reforma y apertura de China.

Hoy vemos emerger los efectos de esta lógica invisible cuando se vincula este juego de subsistemas y dimensiones interdependientes (cada uno con su ritmo y su inercia propia) con el proceso de aceleración que imprime la unificación de la CEE, el plan de orientación e inyección de los flujos de capitales a la URSS y la política exterior de EEUU como garantía de este proceso de distribución y reciclaje del poder global.

Por lo tanto, es fácil deducir que en torno a Tokio se configura uno de los nódulos multipolares que, como un organismo vivo a través de su sístole y diástole, absorbe (en esta fase) las materias primas de Australia, Indonesia y Malasia, absorbe también las ventajas (transitoria) de la mano de obra barata de los llamados “cuatro tigres” (Corea, Taiwan, Singapur y Hong Kong) y distribuye, hacia dentro y fuera del nódulo los flujos de inversiones marcando el ritmo de un proceso cada vez más complejo. Saburo Okita afirmó en 1985:

“Mientras el desarrollo de los NIC asiáticos ya ha emprendido el vuelo, los países de la ASEAN están actualmente en la pista acelerando para iniciar el despegue. Aunque este desarrollo tendrá que basarse en una industrialización que saque partido de la abundante mano de obra y de los amplios recursos de los países de la ASEAN, los países industrializados pueden contribuir notablemente, con su capital y tecnología a acelerar este proceso. Y conforme  aumenten los niveles de los salarios en los NIC asiáticos, los productos elaborados con una mano de obra intensiva de los países de la ASEAN se volverán cada vez más competitivos.”[2]

Es previsible, entonces, que con la conducción y la experiencia de su capacidad de inversión, de tecnología y de planificación, el Japón, se encuentre en la segunda fase de su tarea rectora de la Cuenca del Pacífico. Esta tarea se basa en la intensificación sistémica de la dinámica de cooperación bilateral y multilateral que en el ámbito de las relaciones internacionales ha desplazado a la política exterior de los estados basada en el conflicto permanente. En este sentido la tarea rectora del Japón, según Saburo Okita[3], radica en:

1.           Fomentar el entendimiento mutuo de los países de la región a través del fortalecimiento de un clima de cooperación.[4] internacional que favorezca la realización efectiva de los esfuerzos nacionales del ecosistema.

2.           Fomentar el estudio permanente sobre la economía, el transporte y las telecomunicaciones en la región del pacífico.

3.           Promover los mecanismos políticos que determinen la necesidad de una progresiva planificación conjunta con el objetivo de redactar programas específicos de acción en el ámbito de la cooperación regional.

4.           Crear mecanismos institucionales con dimensión regional para la concreción de un foro permanente de discusión y desarrollo de estrategias y lineamientos políticos a mediano y largo plazo.[5]

Todo este programa se desarrolla tomando en cuenta al resto del mundo, concentrando los esfuerzos en eliminar aquellas dinámicas endógenas que lo entorpecen, como las provenientes de los problemas coyunturales de los países de la cuenca y de la región, “Debe ser un regionalismo que mire hacia afuera y no uno que mire hacia dentro (…) teniendo plena conciencia del mandato de la historia”.[6]

Este programa muestra la característica de esta fase de la región vinculada al proceso que vive todo el contexto mundial. La tendencia de esta región no es otra cosa que la construcción sistemática de una comunidad regional paralela a la que concretará Europa en 1992. Pero esta analogía debe ser profundizada. Porque cuando en este trabajo se señala la conformación de subregiones transnacionales no debe entenderse a estas como bolsones sociales homogéneos.

Al respecto es significativo la conciencia que tienen de este problema los actores de la Cuenca del Pacífico. Ellos parten de la riqueza de la diversidad sociocultural de su región, como base fundamental para la oxigenación del enclave, es decir, esta multiplicidad étnica lejos de ser un obstáculo es un capital no dilapidable de la cooperación e integración de la región. Es más, ellos prevén que un fuerte intercambio de la región de esta multiplicidad abierta hacia el resto del mundo lejos de “achatar” o “planetarizar” la región la complejizaría ya que, no sin un control de la estabilidad de la cooperación de la región, aumentaría la calidad de vida de los diferentes conjuntos de la región fomentando su identidad y reciclando la innovación del intercambio del sistema.

“Como a menudo se señala, la región del pacífico posee una gran diversidad. Es un grupo de países con amplias diferencias en sus bases étnicas, en sus herencias lingüísticas, en sus creencias religiosas, en sus historias, en sus etapas de desarrollo, en sus dotaciones de recursos naturales y en muchos otros aspectos. Por consiguiente, la primera propuesta que surge sobre la cooperación del Pacifico es ¿cómo sacar el mejor partido de esta diversidad al fomentar la cooperación?”.[7]

La reconversión de la política Samurai

Existe un consenso entre los analistas sociales con respecto al proceso interno de la sociedad política del Japón. El cambio sustancial, clave de la actual organización de este país ha sido la reconversión de la estrategia política de su clase dirigente: los Samurai. Esta estrategia no esta centrada, como en el pasado, en el objetivo de dominación armada en función de la expansión nacionalista, ni se encuentra hoy conducida por la generación que concibió tal proyecto.

La nueva generación política de los Samurai, tal vez, confirme, con su éxito logrado hasta el  momento, que así como el desarrollo del poderío  e instrumental bélico fue la base de la política exterior de los estados nacionales en los últimos cuatro siglos, hoy, es la innovación como consecuencia de la Revolución Científica‑Tecnológica, la base de la estrategia de toda comunidad en el actual orden que va gestando la interdependencia compleja.[8]

Partiendo de una rápida lectura de la historia del Japón, desde el siglo XIX, con el resquebrajamiento final del shogunado To Kugawa hasta nuestros días, puede afirmarse que el comienzo de la modernización del Japón data de mediados del siglo XIX durante la restauración Meiji. Los principales efectos y acontecimientos que se generan hasta 1945 son:

1.           Apertura al exterior (el sistema anterior se había cerrado e inclusive expulsó a los extranjeros.)

2.           Investiga y adopta las invenciones científicas y mecánicas de Occidente.[9]

3.           Crea una poderosa flota mercante.

4.           Fortalece la industria nacional.

5.           Crea un poderoso y moderno ejercito.

6.           Desarrolla una política de expansión colonial para la búsqueda de recursos naturales.

7.           Comienza el siglo XX con dos victorias militares: contra China (1894 ‑ 95) y contra Rusia (1904‑5)

8.           Se beneficia con la primera guerra mundial, al participar con los aliados, recibiendo las Islas Marianas, Marshall y Carolinas.

9.           Con Hiroito en el poder los puntos anteriores (4‑5‑6) se intensifican ocupando la Manchuria (China) y controlando Corea y Formosa.

10.      En 1937 ataca nuevamente a China y en 1941 inicia su participación en la II Guerra Mundial.

Con esta breve síntesis de los aspectos sobresalientes de casi cien años de su historia y en función del proceso de modernidad occidental, puede afirmarse, que el Japón comparativamente realizó en pocos años todos los ingredientes decisivos que caracterizaron al proceso de desarrollo y madurez de los estados nacionales europeos:

a) Unidad Nacional

b) Consolidación territorial

c) Modernización científica y tecnológica.

d) Revolución industrial.

e) Eficiencia administrativa.

f) Consolidación de una clase dirigente pujantes.

g) Expansión colonial.

Con la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki culmina la ambición expansiva del estado nacional japonés y, al mismo tiempo, el mundo tenuemente empezaba a transitar dimensiones políticas inéditas que a corto plazo exigirían a la humanidad entera una travesía sin retorno.

Desde la ocupación Norteamericana en adelante se observan los siguientes hechos relevantes:

1.           Mac Arthur inicia la remoción de las instituciones imperiales y establece un régimen democrático, celebrándose en 1946 las primeras elecciones generales.

2.           Los agentes gubernamentales, por orden de Mac Arthur, disuelven los zaibatsu (dirigentes de emporios) considerándolos responsables de la economía de guerra.[10]

3.           Se restableció la institución de trabajo vitalicio para los obreros y los empleados.

4.           Entre 1945 y 1952 se desarrolló la industria liviana destinada al mercado interno, mientras que se intensificaba el comercio con EEUU. (Materias primas, petróleo, alimentos).

5.           En 1949 se crea el Ministerio de Comercio Internacional e Industrial (MITI) que es la clave institucional de la política de comercio exterior del Japón.[11]

6.           A través de las acciones que desarrolla el MITI se crea la Japan External Trade Organization (JETRO) para  el desarrollo intensivo de estudios sobre nuevos mercados.[12]

7.           El tratado de Paz de San Francisco del 28 de abril de 1952 otorga la independencia al Japón. El                  nuevo Japón se incorpora, de esta manera, primera al Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo y al Fondo Monetario Internacional y más tarde al GATT.

El control articulado de la política industrial y el comercio exterior, junto a la orientación financiera que brinda el Banco de Desarrollo le imprimen al MITI una gran eficiencia en el planeamiento unitario de los distintos sectores industriales. La direccionalidad que otorga este organismo a la economía  japonesa, articulada con los principales grupos económicos, genera una poderosa acción concentrada.

Desde 1960 hasta la fecha el Japón empieza sistemáticamente a producir un fuerte crecimiento tecnológico en electrónica, informática y telecomunicaciones. Al respecto, desde 1980 pueden identificarse tres áreas tecnológicas básicas, en la estrategia global, trazada por el Japón para transitar este fin de siglo: el desarrollo de Redes de Información Global, la automatización industrial y la biotecnología.

La dinámica entre lo tradicional y lo moderno: el Kakutai.

La cuestión es ahora preguntarse por los elementos que permitieron al Japón la flexibilidad y la capacidad de adaptación a las cambiantes condiciones de la economía mundial.

La sociedad japonesa ha desarrollado un productivo equilibrio entre las dos fuerzas básicas de la tensión interna de toda cultura: el juego entre la tradición y la modernización.

Por una lado la cultura del Japón es muy abierta y flexible, característica que permite una gran sensibilidad para absorber y reaccionar a los estímulos del exterior. Por otro lado, es capaz de cerrarse completamente a la agresión exterior y conservarse por sus propios medios.

De esta manera, con esta particular forma de ser, el sistema sociocultural japonés, durante toda su historia, ha incorporado el arte, los conocimientos y las técnicas de sus vecinos y de los países occidentales, manteniendo a su vez su propio proceso de resolución de su identidad cultural y su estructura social.

La fusión entre el código Samurai y el proceso de industrialización occidental con su revolución científica cultural es uno de los aspectos más importantes de este juego entre lo tradicional y lo moderno. La sólida alianza del Estado con la clase dirigente (Samurai) generó un estilo particular de gestión económica y social.[13]

Se suma a lo anterior las acciones gubernamentales que permitieron la iniciativa y la libre gestión de las PyMES japonesas. Sobre esta multiplicidad de focos productivos, el estado, construyó una red de comercialización (bancos‑industria pesada‑minería‑transporte) sujeta a los zaibatsu (grandes imperios). Los zaibatsu después de la II guerra mundial fueron formalmente disueltos, pero su poder se desarrolló aceleradamente desde la década del 60.[14]

En síntesis, como señala Sergio Ferrari, Jefe de Programas de Desarrollo Gerencial del Centro de Turín de la OIT, con respecto al ser nacional (Kakutai) del Japón: “La característica más destacada de este país es el compromiso entre el pasado y el presente, entre la innovación en el sector tecnológico y la tradición en el estilo de dirección empresarial, compromiso que ha dado excelentes resultados en términos de desarrollo económico y progreso social”.[15]

Particularmente en donde más se manifiesta esta interacción entre lo tradicional y lo moderno es en la gestión de conducción de empresas. Las dos características principales son: la decisión por consenso (nemawashi) y el sistema de circulación de la información y la documentación en un sistema organizado (ringi).

El nemawashi es una figura que proviene de las técnicas de agricultura, uno o dos días antes de transplantar  un árbol de grandes dimensiones, se rotura la tierra a su alrededor y recorta una parte de las viejas raíces con objeto de permitir el crecimiento de otras raíces nuevas. Traducida a la gestión empresarial significa que antes de hacer algo nuevo dentro de una organización, se deben sentar y preparar las bases con el objeto de reducir las resistencias naturales al cambio.

El ringi tiene su origen en el régimen social del feudalismo. En aquel sistema la responsabilidad de la formulación de la política general recaía en los niveles medio superior de la estructura de poder, para permitir que los líderes pudieran desempeñar otras funciones entre las cuales se destacaba la función de simbolizar la unidad e identidad del país.

Durante la restauración Meiji el sistema ringi fue introducido en las nuevas estructuras organizativas del gobierno y de las primeras empresas industriales.

El concepto ringi significa: obtener la aprobación de una decisión a través de la circulación vertical y horizontal de los documentos que contienen toda la información necesaria, a todas las partes interesadas en su implementación.

Este peculiar sistema de gestión puede requerir mucho tiempo, pero ofrece varias ventajas:

a)           Contribuye a mantener informado al personal, sobre lo que sucede en la organización.

b)          Fomenta la participación de las partes interesadas en la implementación de un proyecto dado que han participado en su planificación y desarrollo.

c)           Reduce las naturales resistencias al cambio.[16]

La consecuencia es un sistema empresarial con una alta capacidad en la velocidad de respuesta interna frente a las cambiantes condiciones de la economía internacional. En síntesis las características del sistema empresarial japonés son:

a)           Una mayor proclividad hacia la toma de decisiones para la inversión en proyectos de mediano plazo.

b)          Una mayor preocupación por mejorar la eficiencia y la productividad de todos los recursos.

c)           Una mayor adaptabilidad a la incertidumbre.

d)          Un avance hacia la mejor sistemática de productos y procesos que descansa en la receptividad y la innovación tecnológica.

Los círculos de calidad (cc): la clave de la estrategia de producción y competencia en el mercado mundial

Surgidos después de la Segunda Guerra Mundial, como resultado de las técnicas de control de calidad introducidas en el Japón por expertos norteamericanos, los CC encontraron, en la cultura de este país, un entorno favorable donde desarrollarse y perfeccionarse. Al principio servían solo para introducir métodos cuantitativos de análisis, convirtiéndose más tarde en un ritual japonés y en un poderoso medio de integración social en la empresa.

Este método también se basa en el presupuesto de que la calidad y la perfección de un producto constituyen un proceso continuo y que, cuando la producción se ve limitada por la escasez de materias primas del país, el único modo de penetrar en el mercado de exportación es centrar la producción en la calidad.

En el mercado de exportación, el éxito de un producto cuya patente técnica se ha adquirido en el extranjero, puede depender mucho más de su calidad y diseño superiores que de su precio.

Los CC están constituidos por pequeños grupos de trabajadores que se reúnen para identificar, analizar y proponer soluciones innovativas a problemas técnicos y administrativos existentes en sus particulares sectores de actividad.

Las mejoras introducidas en el producto original son frecuentemente el resultado de un constante esfuerzo de cambio e innovación desarrollado por los CC. Y ello se debe simplemente al hecho de que las personas que trabajan  en la línea de producción pueden determinar mejor que sus directivos estos pequeños pero importantes cambios. La importancia atribuida por los CC al personal de nivel inferior constituye el elemento más original y constructivo de este método.

La naturaleza de los CC puede ilustrarse con tres personajes típicos: el facilitador, el líder y el coordinador. El facilitador constituye el punto focal de todo el programa; es responsable de la formación de los miembros y líderes del círculo, así como del mantenimiento de contactos entre los círculos y la dirección de la empresa. El líder es responsable del trabajo de grupo del círculo; procede, por lo general, de la dirección de nivel intermedio, siendo seleccionado por su aptitud  para dirigir reuniones y establecer buenas relaciones con los trabajadores. El coordinador, que frecuentemente es un miembro de la dirección, es nombrado para supervisar a los diferentes facilitadores y ayudarles en sus contactos con la dirección.

El activo apoyo prestado por la dirección constituye un elemento esencial de todo el sistema. Los directivos deben estar dispuestos a probar las sugerencias formuladas por los CC, así como a explicar, con datos y cifras, porqué determinadas  sugerencias son inaceptables. Deben asimismo mantener informados a los CC sobre los procesos realizados y estar dispuestos a recompensarlos. De hecho, los CC frecuentemente están vinculados con un sistema de primas, de manera que los trabajadores pueden beneficiarse de las  ganancias resultantes de las ideas puestas en  práctica. La formación, por su parte, es un factor vital para el éxito de los CC, y se desarrolla a todos los niveles de la organización. El proyecto de creación de CC inicia con un breve seminario durante el cual se presenta y explica el método adoptado a un grupo de directivos de la empresa, incluyendo el jefe de personal y el jefe de  producción. Una vez la dirección está convencida de su utilidad, la fase siguiente consiste en formar a los facilitadores, que luego deberán formar a los directivos de nivel intermedio que han aceptado actuar como lideres de los primeros CC. El principio de base de los CC requiere que todo el personal, desde la alta dirección hasta los trabajadores, examinen las cosas desde el punto de vista del cliente. En diversas empresas, incluso el presidente participa activamente en los círculos.

Sin embargo, el elemento más importante de la actividad de los CC es el personal directivo de nivel intermedio, que incluye desde el jefe de sección hasta el director de departamento. Se trata de empleados que, por lo general, tienen entre 40 y 50 años de edad, y que llevan trabajando unos quince años en la empresa.

En el Japón, los CC se han extendido recientemente a los departamentos de administración, ventas y servicios y en el sector terciario, por ejemplo, distribución, banca y servicios. La mayoría de los CC constan de cinco a ocho miembros y  se reúnen dos o tres veces por mes, una o dos horas, durante el horario de trabajo o bien al término de la jornada laboral, pero sin que ello se considere trabajo extraordinario. La mayoría de los temas de discusión están relacionados con la reducción de los costos o la mejora de la calidad, excluyéndose los temas de carácter sindical tales como condiciones de trabajo o aumentos salariales. Antes de iniciar sus actividades, los trabajadores que componen los CC reciben formación sobre el modo de utilizar los siete instrumentos básicos de análisis, a saber: diagramas de Pareto, diagramas de causa y efecto, hojas de comprobación, histogramas, diagramas de dispersión, fichas de control y gráficos. Nadie es censurado por los posibles errores o equivocaciones que puedan cometerse, dado que las actividades desarrolladas por los CC no se consideran oficiales.

Conclusión

Brevemente puede afirmarse que el Japón actual es un fenómeno significativo en donde convergen, por una parte, un proceso de devenir mundial, que visto desde sus dimensiones geopolíticas, su primera matriz civilizatoria fue la cuenca del Mediterráneo, luego la zona del Atlántico y los países del norte europeo (siglo XVII) para llegar, en su actual desplazamiento recursivo, al Pacífico. Pero arrastrando, en cada fase, fuertes crisis en el concepto de escala de todas las actividades socioeconómicas. Presumiblemente y a modo de ejemplo, esta fase actual del proceso internacional, con su revolución tecnológica, minimizará a la geografía como variable controladora, subrayando la diversidad geo‑cultural como nueva variable de análisis.

Por otra parte, es el fruto de una comunidad humana que ha desarrollado una gran habilidad para resolver el conflicto cultural entre las resistencias de la tradición y las transgresiones innovadoras que contienen toda modernización. En este sentido el tema “tecnología occidental y espíritu japonés” es una cuestión que deberá analizarse profundamente.

Si bien el milagro japonés no existe, no obstante su capacidad de integración de las nuevas modalidades de producción muestra que la transferencia de tecnología de una cultura a otra no comparta necesariamente la mimetización de estilos de dirección y vida en general, sobre la base de que la ciencia y tecnología es un valor universal con aplicación particular y adecuada a las necesidades y evolución de una comunidad.

Pero los reales efectos de esta convergencia de factores recién podrán evaluarse en su real magnitud a fin de siglo. Porque, por el momento, Japón y su entorno no son una excepción al problema central del futuro: la escala de los problemas y la escala de las soluciones. Tanto en el nivel de las nociones y las teorías socioeconómicas, como las Relaciones Internacionales y las instituciones administrativas (gubernamentales y no gubernamentales) actuales, no están a la altura de la nueva escala de actividades económicas, políticas culturales, científicas y tecnológicas. La humanidad ha comenzado a transitar, en tiempo real, la dimensión de lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño y al mismo tiempo ha colonizado con el dominio de lo probable bastas tierras de lo posible.

 

 

                                                                                                                                                               Raúl D. Motta



[1] Saburo Okita, como presidente del Comité Cooperación para el Pacífico, en la ponencia presentada en la IV conferencia sobre cooperación económica para el pacífico Seul, 29‑iv‑85, señala: “¿ qué hay detrás del desarrollo de la región del Pacífico ?. Ante todo, están las políticas gubernamentales efectivas, apoyadas por los esfuerzos de una estrecha cooperación del gobierno, la industrial y los intelectuales”.

[2] Ibid.

[3] Ibid

[4] Es preciso señalar que cuando se hace referencia a la Cooperación bilateral y multilateral en la Cuenca del Pacífico, esta debe extenderse no solo en el ámbito de la economía, sino también, en la cultura, ciencia y tecnología. Cooperación que ha desplazado del primer plano de la política exterior a los intereses militares y a las acciones políticas homogeneizantes que puedan interferir en las distintas estructuras políticas de los países de la región.

[5] Ali Wardhana, ministro de coordinación de Indonesia, remarcó, en el congreso que tuvo lugar en Bali en 1983, la importancia de las acciones del Congreso de Cooperación Económica para el Pacífico (PECC) en lo que respecta al fortalecimiento de los vínculos entre los gobiernos de la región.

El PECC es una organización con una estructura tripartita que nuclea a representantes de los sectores gubernamentales, comerciales y académicos. Tiene entre sus principales objetivos entablar una dinámica coordinación con el Consejo Económico de la Cuenca del Pacífico.

[6] Saburo Okita op. cit.

[7] Saburo Okita, op. cit.. Y como posible dirección para una respuesta pertinente al problema afirma: “… Teniendo en cuenta la diversidad existente entre los países de la región del Pacífico, no es nada probable que dentro de poco tiempo se cree una comunidad del tipo CEE. Mas bien, es más realista empeñarse en crear una estructura de cooperación más holgada y libre para la región, e incluso que permita vínculos subregionales más firmes.”. Para una aproximación al problema de la multiplicidad étnica y cultural y su relación con la universalización de la tecnología y con la transnacionalización económica confrontar “La reunión de premios Nobel y el fin de una nueva era”. Boletín de Ciencia y Tecnología de la Presidencia de la Comisión C&T de la H. C. de Diputados de la Nación 1/1988. p.22.

[8] Inmanuel Kant en su libro “La Pas Perpetua” de 1795 afirmó: “Así como la naturaleza sabiamente ha separado los pueblos que la voluntad de cada estado (…) quisiera unir bajo su dominio por la fuerza o la astucia, así también la misma naturaleza junta a los pueblos. El concepto de derecho mundial de ciudadanía no los protege contra la agresión y la guerra, pero la mutua convivencia y provecho los aproxima y une. El espíritu comercial, incompatible con la guerra, se apodera tarde o temprano de los pueblos (…) las grandes federaciones de estados, formados expresamente para la guerra, ni pueden durar mucho, por su naturaleza misma, ni menos aún tiene éxito favorable. De esta suerte, la naturaleza garantiza la paz perpetua, utilizando en su provecho el mecanismo de las inclinaciones humanas. Desde luego esa garantía no es bastante para poder vaticinar con teórica seguridad el porvenir; pero en sentido práctico moral, es suficiente para obligarnos a trabajar todos por conseguir ese fin, que no es una mera ilusión.”. Henry Kissinger, menos idealista y queriendo ser más pragmático, formado en la “teoría realista” de las relaciones internacionales, expresó en un reciente reportaje lo siguiente: “Pregunta: ¿cuáles son las condiciones básicas necesarias para una paz duradera?. Respuesta: Depende de lo que quiera significar cuando usa “paz duradera”. Si quiere decir que habrá un día después del cual el mundo vivirá con conciencia de armonía, no pienso que eso sea posible. Si el tema es si el peligro de un conflicto soviético‑norteamericano que envuelva a todo el mundo disminuirá, pienso que eso es posible. En suma pienso que las posibilidades son mejores de lo que eran hace diez años.”

Sin embargo más allá del idealismo trascendental de Kant y el realismo de Kissinger se observa, en el pensamiento sobre la política exterior de los estados y las relaciones internacionales entre los pueblos, una tensión entre una visión cosmopolita (donde se plantea una visión planetaria de la paz y el comercio con un desafío: el desarrollo de un modelo global de convivencia entre los pueblos cuya característica es una alta complejidad, la cual necesita mayor transparencia entre sus posibles polos y una estabilidad general que garantice la imposibilidad de un evento armado que ponga en peligro la paz mundial) y una visión estatista que sigue planteando la política exterior de los estados desde la diferencia entre un interior seguro y organizado y un exterior caótico, que como tierra de nadie, es la arena de las batallas por la expansión de cada uno de los núcleos estatales. Pero hoy con un mundo satelizado por las telecomunicaciones, empequeñecido por el transporte, donde las organizaciones económicas, políticas, sociales y culturales son cada vez más trasnacionales dónde está el “afuera” y dónde está el “dentro”.

Con una real participación racional, con pocos intermediarios, de la comunidad en el vertiginoso flujo de los recursos del mundo, el poder (cuyo patrimonio es el dominio de ese flujo, es más, flujo y poder en este caso serían sinónimos) garantiza a sí mismo la seguridad necesaria para crear un nuevo exterior del sistema que hoy es ineludible. A su vez la política, que parecía agotada en su problematicidad, descubre una tarea inconclusa. Que corresponde a la señalada una vez por K. Deuch; la humanidad estaría en condiciones morales y materiales de resolver las fuentes reales y potenciales de conflictos armados en el mundo actual: la abolición del hambre y la eliminación de la extrema pobreza.

Entonces, el “realismo”, que sospecha de las debilidades humanas con sus tendencias a ver potenciales conflictos armados, se trastocaría, por efectos de una política cosmopolita y madura, en “sentido práctico moral”, como señala Kant, “para obligarnos a trabajar todos por conseguir ese fin, que no es una mera ilusión”.

No obstante este conflicto de perspectivas entre una visión que centra el eje de las políticas exteriores en la cooperación y aquella que centra el eje en los potenciales conflictos, oculta otro interrogante o incertidumbre: cuál ha de ser el rol de los estados en este proceso de transnacionalización que no es solamente económico. Daniel Bell en un reciente artículo plantea la clave de esta cuestión: “la nación‑estado se está volviendo demasiado pequeña para los grandes problemas de la vida, y demasiado grande para los pequeños problemas de la vida”. Es evidente que los estados nacionales pasan por un despiste de dimensión en su escala de gestión, sin precedentes.

[9] La preocupación y la conciencia del rol de la ciencia y la técnica en el desarrollo social y económico, esta presente desde el comienzo de la restauración Meiji. En la disertación del Dr. Abdus Salam pronunciada en ocasión a la inauguración de la Segunda Conferencia General de la Third World Academy of Sciences, no se deja pasar por alto que, durante el período de esa restauración, el Emperador prestó cinco juramentos como parte de la nueva Constitución japonesa, uno de ellos era: “El conocimiento será buscado y adquirido en cualquier fuente, por todos los medios posibles, para la grandeza del Japón”.

[10] Si bien la disolución fue formal, como se verá más adelante, esta acción permitió una reorientación política y un efectivo desplazamiento no de los componentes de los zaibatsu sino del ala conservadora de los samurai, en función del desmantelamiento de la fuerza militar. Esta reorientación política fortaleció la ingerencia del estado en la planificación y reconstrucción política, social y económica.

[11] En su primera fase de desarrollo el MITI tiene por objetivo incrementar la producción, racionalizar las empresas y obtener el mejor nivel técnico para la industria. El mecanismo que implementa para ello, es una política de consultas permanentes entre el gobierno, los nuevos conglomerados bancarios y las empresas, en función de incentivos para la producción.

En su segunda fase (1952 en adelante) promueve un efectivo y sólido programa de transferencia de tecnología (principalmente de los laboratorios norteamericanos) para reorientar su producción.

[12] Esta agencia es vital para la política exterior del Japón contemporáneo. Porque es un organismo especializado en investigar sobre el intercambio mundial con el objetivo de racionalizar el problema del llamado “comercio ciego”. Las agencias de la JETRO se instalan en los principales países de occidente para cumplir las siguientes tareas:

a) Estudio permanente de las variaciones de tarifas y precios internacionales.

b) Investigación de las tendencias de innovación tecnológica.

c) Análisis y especificación de las demandas potenciales de productos.

d) Desarrollo del marketing publicitario japonés adecuado a cada región de actuación de las agencias.

[13] Eiichi Shibusawa (1840‑1931) fue uno de los actores políticos más importante como pionero en la concreción del modelo de gestión sociopolítico que luego fuera trasladado paulatinamente a la industria y al comercio. Shibusawa fue educado como samurai y participó activamente en el derrocamiento de Shogunato. Luego de su paso por los sectores conservadores (los loi) visitó la corte de Napoleón III y a su regreso encabezó la modernización del Japón post feudal.

Elegido presidente del primer Banco Nacional del Japón (Dai Ichi Ginko) en 1872, impulsó la reforma del sistema bancario entre las cuales, la más importante, es la que permite abrir el camino de la conducción económica a los samurai. Shibusawa elimina de los estatutos todas las trabas que impidan a los samurai adquirir acciones bancarias a cambio de sus “pasiones” como señores feudales pagados por el estado. Más tarde el 76% de las acciones de los bancos nacionales pertenecen a los samurai.

También Shibusawa fue quien sentó las bases de lo que hoy es la Universidad más importante en IPD en economía y organización de empresas, la universidad de Hitasubashi.

[14] En la década del 60 el grupo Mitsubichi comprendía veintiuna sociedades industriales con ciento tres fábricas, los otros emporios más destacados son: Toshiba, Nissan, Fuji, Sanwa y Yawata.

[15] Centro OIT Turing, boletín. Octubre 1987 N‑18.

[16] Debe agregarse que en las empresas japonesas existe el “empleo de por vida”. La empresa no exige una determinada persona para un puesto bien definido, como los perfiles del mundo occidental, sino más bien una persona que tenga las siguientes aptitudes: adaptabilidad, seriedad y flexibilidad para ser reconvertida varias veces durante su vida activa en la organización. Pero se progresa dentro de tres estratos generales:

a) Ippan (personal general de la empresa)

b) Kansi (administrativos que pueden ocupar cargos jerárquicos)

c) Keici (directivos de alto nivel)

Todo ello seguido por el Guiri (sistema de lealtades y gratitudes).